PERDER
¿Qué es el éxito?
Sí tuviera que elegir una cita para comenzar una presentación sería esta: “Uno está siempre preparado para perder porque es lo habitual. Ganar nos turba”. La cita proviene del libro “Perder” de Francisco Cabezas. Una invitación a la reflexión. Sin preguntas explícitas, pero capaz de generar un inquietante desasosiego interno. La historia que relata provoca un torrente de pensamientos que te conducen a examinar tu propia vida. Una novela de la que surgen preguntas incómodas, que te llevan a analizar tu existencia y en la que, personalmente, me he visto reflejado en algunas de las situaciones que el autor describe.
Una historia que nos sitúa en un escenario reconocible. Una sociedad que vende el éxito, materializado en alguno de los tres grandes tótems (fama, fortuna y poder) convertidos en el becerro de oro de nuestra sociedad actual. Pero ¿qué es realmente el éxito y el fracaso? ¿Qué sabor te deja en el cuerpo victorias in-extremis que encubren debilidades? ¿Somos capaces de superar derrotas en las que has dado lo mejor que tienes, pero donde la Vida o el destino te dice que todavía tienes que seguir mordiendo el polvo? ¿Estamos preparados para perder o preferimos vivir con la expectativa de ganar?
El éxito con pies de barro
Cualquier persona sueña con desarrollar su vocación de forma profesional. Quizá no son muchos quienes tienen esa claridad cuando son niños o adolescentes. Pero aquellos jóvenes clarividentes que desean ganarse la vida a través de un trabajo vocacional no dudarían en firmar el trabajo de Carlos García, protagonista de esta novela. Periodista que entra de becario en un periódico y en poco tiempo acaba firmando las crónicas de los partidos de fútbol del FC. Barcelona.
Esa carrera meteórica, podría catalogarse como un rotundo éxito profesional. Sin embargo, el desasosiego surge, cuando pese a esa victoria inapelable y que muchos firmarían, se ve empañada por los fantasmas en los que, en mayor o menor medida, cada uno de nosotros podemos vernos reflejados. Una situación aparentemente idílica que esconde la hostilidad del mundo empresarial gobernado por la lógica de la maximización del beneficio, la competencia entre compañeros por mantener el puesto, la obediencia a los dictados del poder que obligan a realizar actos serviles o el establecimiento de relaciones de alto riesgo.
El talento no siempre conduce a la felicidad
Es probable que el protagonista de la novela sea una víctima más de esta sociedad del cansancio, como define el filósofo Byung-Chul Han. Instalada en la lógica del “tú puedes”, es más, del tú puedes todo –como el logo de Nike, “hazlo, tú puedes” (Just Do It)– y si no puedes, has fracasado y eres culpable. Tan sólo es necesario encontrar tu don y convertirlo en talento, a través del esfuerzo, el compromiso y el sacrificio. De este modo, la sociedad te recompensará alcanzando el éxito como algunos de los empresarios de referencia (Steve Jobs-Apple, Phil Knight-Nike o Bill Gates-Microsoft).
Pero para llegar a ese escenario de éxito es imprescindible la exigencia y el perfeccionismo. Éstos llevados a extremos máximos, provocan una serie de patologías como el déficit de atención y el síndrome del “burn out”. El resultado de esta situación es el cansancio del que habla Han, y la vulnerabilidad del ser humano, al ser incapaz de pensar y reflexionar sobre lo que realmente es importante y decidir en coherencia y libertad. El coronario final se traduce en personas depresivas que no son capaces de equilibrar su vida profesional y personal. Y en ese proceso tu vida se va desmoronando como un castillo de naipes. Desilusionados, defraudados y resignados a perder. Quizá, la palabra clave para evitar la catástrofe sea “equilibrio”. Pero ¿cómo alcanzarlo?
Deshacerse del entorno…para ganar más y perder menos
Decía Johan Cruyff cuando fue entrenador del FC Barcelona hace 30 años, que el equipo ganaría más títulos sí no fuera por el entorno. Definido como “un ruido etéreo, no siempre externo, que sopla para que la pelota entre… o no”. El entorno es el público, los socios, los medios de comunicación… El entorno es lo que Ortega y Gasset llamó la circunstancia. Ésta es la realidad que nos rodea. Es el mundo en el que nos desenvolvemos. Es lo que no soy yo, pero que me conforma y me configura (lugar de nacimiento, familia, idioma, clase social, creencias, educación, religión…). No podemos entendernos ni ser lo que somos, sin tener en cuenta nuestra circunstancia, nuestro “entorno”.
Y es en el entorno del protagonista, perfectamente perfilado por el autor, dónde se pueden encontrar algunas de las claves del desarrollo de esta historia que te deja ese regusto amargo de la derrota, de una existencia cruel con situaciones que van minando la moral y la resistencia del protagonista hasta hacerlo descender a los infiernos. Cabe preguntase sí podemos deshacernos de nuestro “entorno” o, al menos, minimizar su impacto. Porque éste, en demasiadas ocasiones, actúa como catalizador para repetir historias y condenarnos perder una y otra vez. Un entorno que te atrapa y te impide escapar hacia otras realidades. Quizá, el éxito de aquel Barça de Cruyff y su mayor legado fue romper con el “entorno” para llevarle a cambiar el curso de la historia del club.
¿Cómo evitar “Perder”?
Decía John Wooden, mítico entrenador de los Bruins de UCLA, que su éxito no consistió en ganar 10 campeonatos nacionales, sino alcanzar un estado de paz mental por haber sido lo mejor de lo que fue capaz. Y lo consiguió a través de una herramienta de liderazgo que denominó la Pirámide del Éxito. Una definición de éxito que no ensalza la victoria ni reniega de la derrota, ni nos da la receta para lograr lo uno y evitar lo otro. El mismo Wooden no conoció el éxito deportivo hasta su temporada 29 como entrenador.
Conviene recordar el famoso poema “Si” de Rudyard Kipling, para ser capaces de tratar la derrota y la victoria de la misma forma. Y en esto, juega un papel crucial, el desarrollo de algunos valores de los que habla Wooden en su Pirámide del Éxito. O recordar la filosofía estoica para entender que la medida de lo que somos, nuestro carácter, viene dada por cómo reaccionamos cuando las cosas no van por el camino que deseamos. También, resulta interesante acudir al gran Toni Nadal, cuando nos recuerda, que la frustración generada por las derrotas proviene de una sobrevaloración personal, y que el triunfo sólo espera a la gente que está dispuesta a darse más oportunidades y a fallar miles de veces.
Condenados a perder…
Sin embargo, esta sociedad hiperacelerada y sobre-estimulada con el anzuelo del éxito inmediato y la felicidad permanente se ha encargado de sepultar esos valores que nos recuerda Wooden (equilibrio, paciencia, determinación), el carácter que reclaman los filósofos estoicos o la oportunidad de seguir perdiendo, fallando o equivocándonos como el camino hacia la victoria como sostiene Toni Nadal.
Hoy en día, apenas reparamos ni consideramos estos aspectos como las guías sobre las que conducir nuestras vidas. Quizá, porque nos hemos acostumbrado a perder, a entender que nada de lo que hagamos podrá cambiar una realidad dura, difícil e injusta, que nunca podremos controlar a nuestro antojo. O, simplemente, porque nos cuesta entender y aceptar que la vida es, y que necesitamos aprender a vivir con la angustia que genera la soledad, la tristeza y el vacío, como partes ineludibles de nuestra vida. Probablemente, en la aceptación de una realidad distinta a la deseada, encontremos el único asidero cuando la vida te sorprende, te bloquea y te deja sin respuestas ante situaciones inesperadas como aquella noche de Marzo del 2017, en la que Carlos García se quedó en blanco…
“La victoria siempre es el prologo de la derrota.”
Carlos García, K (Perder – Francisco Cabezas)
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