No necesitas salir de tu zona de confort…

Seguro que cuando te has planteado por iniciativa propia un cambio, o te has visto obligado a cambiar, alguien te ha dicho: «lo primero que tienes que hacer es salir de tu zona de confort». Y tú te habrás preguntado dónde está la famosa zona de confort y cómo se sale de ella. Todos hemos visto multitud de videos, leído libros, presentaciones hablando de la zona de confort. Un mantra que suelen repetir los coaches motivacionales machaconamente, creyendo que así van a convencer al otro para que cambie.

En mi opinión y por mi experiencia, el cambio no va de esto. Podemos hablar de una zona de seguridad, de un entorno más o menos conocido, dónde nos movemos con soltura. Ahí está todo lo que somos o creemos ser, lo que determina nuestra identidad (lo que se ve y lo que no se ve). Y es ahí donde estamos seguros, donde no sentimos miedo, porque creemos que controlamos todo lo que sucede. Vamos a llamarlo, entonces nuestra zona de control.

¿Y qué pasa sí llega un cambio?

Pues que seguimos en nuestra zona de seguridad, pero sentimos que algo amenaza nuestra capacidad de control. Hay algo que nos inquieta, que nos incomoda, que nos genera incertidumbre y nos pone en alerta. Puede ser un cambio forzado, un evento o situación inesperada (una enfermedad, un cambio de jefe, una pandemia…). Pero también puede ser un cambio voluntario (un nuevo trabajo, una nueva relación, un hijo…).

En cualquiera de ambos casos necesito moverme, iniciar un movimiento de adaptación ante lo que está sucediendo. La ADAPTACIÓN se define como la flexibilidad para afrontar los cambios y superar los obstáculos que se presentan. Por lo tanto, necesitamos adquirir esta habilidad para poder abordar cualquier cambio y adaptarnos a las nuevas circunstancias.

Pero ¿sabemos adaptarnos a lo que nos sucede?

En general, nos cuesta muchísimo adaptarnos a lo que sucede por una razón. Queremos seguir teniendo el control, queremos seguir gobernando la vida a nuestro antojo. Y eso, además de ser imposible, nos genera un desgaste energético brutal, que nos lleva a estar peleándonos con la vida continuamente. Como consecuencia de esta confrontación entre lo que queremos o deseamos (nuestras expectativas) y lo que realmente sucede, surge el sufrimiento derivado de la aparición de las 3 principales emociones que gobiernan los procesos de cambio: el miedo, el enfado y la tristeza.

En suma, lo primero que necesitamos para aprender a cambiar es desarrollar la habilidad de la ADAPTACIÓN. Y para aprender a adaptarnos es necesario ACEPTAR lo que está sucediendo, lo que significa reconocer que las circunstancias o la realidad no es como a mi me gustaría que fuera, sino que es tal y como es. Sí no aceptamos lo que sucede, nos guste o no, es imposible que reconozcamos la necesidad de adaptarnos para poder abordar el cambio.

Para aprender a adaptarnos necesitamos mirar afuera y, sobre todo, cambiar lo de adentro

Para aprender a adaptarnos a los cambios necesitamos saber mirar afuera. Pero también es necesario mirar adentro, y aquí está la clave, para identificar aquellas habilidades que requerimos aprender. En primer lugar, necesito saber cuál es mi punto de partida y mi destino final (objetivo/propósito). En segundo lugar, definir qué ruta voy a elegir para alcanzar mi objetivo. Y, en tercer lugar, cómo voy a gestionar los obstáculos que van a aparecer.

Es en el cómo gestionar los obstáculos dónde debemos identificar qué habilidades o herramientas necesitamos aprender para adaptarnos al cambio. Y aquí aparecen aspectos como la confianza, la perseverancia, la resiliencia, la positividad, el optimismo, la focalización, el cuestionamiento de creencias, la gestión emocional, la toma de decisiones… Es aquí dónde se cocina el éxito o el fracaso de los procesos de cambio. Esto es lo que necesitamos aprender para cambiar: las habilidades que nos hacen ser más adaptables al cambio. Y para lograrlo no es necesario salir de la famosa zona de confort, sino profundizar en lo que somos, sobre todo en aquello que no vemos, pero que nos define: creencias, valores, necesidades, propósito, emociones, etc…

“La clave en los procesos de cambio no está en la suerte o en los demás, está en el aprendizaje de la habilidad de adaptación al cambio.”

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