Adolescencia: la tormenta perfecta (SEGUNDA PARTE)
Un taller para aprender.
La semana pasada, Jacobo Parages y yo, fuimos entrevistados en el programa Pecados Veniales que emite en Libertad FM. La entrevista nos la propuso Agustín Fernández (Gus) en relación al taller para jóvenes y adolescentes que estamos realizando en los últimos meses. Una etapa que coincidimos en calificar como “la tormenta perfecta”. Aquí está la segunda parte de la entrevista.
PV – ¿Qué diferencias significativas existen con otras actividades para el desarrollo personal dirigidas a adultos?
JJT & JPR – Estos talleres los compone un grupo reducido de chicos, con el objetivo de poder atender y escuchar con detalle y atención a cada uno de ellos. Pero, sobretodo, la gran diferencia está en la escucha y los tiempos.
A pesar de que en ocasiones los adultos no se atreven a compartir sus reflexiones en talleres de este tipo, en el caso de los jóvenes y adolescentes nos encontramos con que hay que buscar formas de hacerles arrancar, soltarse y compartir. Lo bueno es que ellos tienen menos barreras que sus mayores y una vez se arrancan, son un libro abierto. Normalmente se sienten cómodos hablando en un entorno que se aleje de sus padres y en el que se ven rodeados de chicos de su edad. Justamente eso es lo que tenemos que lograr crear: el entorno propicio para que se sientan cómodos y se puedan expresar y explicar en profundidad desde sus propias reflexiones.
PV – ¿Cómo conseguís mantener la atención de unos participantes, de los que, en general, pensamos que están bastante “dispersos”?
JJT & JPR – Si ya es difícil en un adulto, mantener la atención en un adolescente lo es mucho más. Para conseguir mantener su atención hay que usar dinámicas participativas, crear movimiento, usar videos cortos, y compartir con ellos mensajes y reflexiones que vayan muy al grano y evitar que sean excesivamente profundas. Hay que intentar sorprender desde lo que se dice y como se dice, hilar fino y superar las expectativas que traen al ser convencidos por sus padres a venir a estos talleres.
Fomentar al máximo su participación es crucial, pero antes debemos asegurarnos de que saben que a lo largo del taller nadie va a decir ninguna estupidez, de manera que se puedan eliminar las posibles etiquetas que traen de casa con respecto a los otros chicos que se encuentren en el taller.
PV – Después de haber llevado a cabo varias ediciones de estos talleres, ¿cómo podrías resumir la experiencia, tanto desde vuestro punto de vista como de el de ellos?
JJT & JPR – Desde nuestro punto de vista, es absolutamente increíble, mágico. Los jóvenes y adolescentes son como libros abiertos y cuando les das el espacio a compartir, sin que se sientan evaluados o juzgados, nos sorprenden con sus ideas, sus reflexiones y la profundidad de algunas de ellas. Nos hemos encontrado con algunos chicos perdidos, pero también con chicos con ideas muy claras y grandes ambiciones. Lo interesante es hacerles descubrir esas ambiciones, que puedan verbalizarlas e incluso comprometerse con ellas a lo largo del taller.
Al final de cada taller pedimos sus comentarios, y son muy buenos. Salen inspirados, contentos y motivados a apostar por sus sueños y seguir adelante con sus obligaciones.
Pero además de sus comentarios, pasados unos días pedimos a sus padres que nos den su feedback porque creemos que lo chicos les van a decir la verdad de lo que opinan sobre lo que han visto en el taller, y estos son siempre muy positivos. Estamos convencidos de que la gente joven necesita un mensaje realista pero útil y positivo sobre su futuro y sobre sus posibilidades, pues están expuestos a muchas noticias negativas que pueden mermar su ilusión.
PV – ¿Cómo pensáis que los participantes sostendrán los aprendizajes obtenidos en el taller a lo largo del tiempo?
JJT & JPR – Lo fundamental es que ellos asuman en primera persona lo que aprenden en los talleres, que se comprometan con ello y lo pongan en práctica. Todo lo que hablamos en los talleres se refiere a su actitud, a sus fortalezas, a aquello que tienen que trabajar para mejorar, a su gestión emocional… Para eso cobra importancia el que asuman un compromiso personal, pero también un seguimiento por parte de sus padres y por nuestra parte les pedimos que se lleven a casa una serie de ejercicios o tareas voluntarias para compartir con su entorno.
Además, conviene que de vez en cuando hagan un segundo taller enfocado a nuevos temas y a profundizar sobre aquello que han aprendido en el primero. Nuestro contacto con sus padres y con ellos, pasado un tiempo desde que hacen el taller, es importante.
PV – ¿Cómo deberíamos acompañar los padres a nuestros hijos en el periodo de la adolescencia si que se convierta en una lucha continua?
JJT & JPR – Sin duda alguna a través de una comunicación eficaz, que sea transparente, real y positiva. Comunicar no solo quiere decir hablar, dar instrucciones, poner normas… Una comunicación eficaz quiere decir compartir con limites, pero con respeto. Y también, esto es clave, saber escuchar, dar el espacio que ellos expresen su opinión y puedan hablar, desde la confianza, sus preocupaciones y sus anhelos, sin sentirse juzgados.
Además, es muy importante el ejemplo de los padres. ¿Hacemos nosotros lo que les pedimos a ellos que hagan? ¿Nos comportamos tal y como les pedimos a ellos que se comporten? Predicar con el ejemplo es la mejor manera de enseñar. Hay que ser muy cuidadoso con lo que se dice y se hace, porque ellos siempre observan y se va creando lo que Ortega y Gasset llamaba “la circunstancia”, eso que no soy yo, pero que nos va conformando hasta ser lo que somos. ¿Cuántas veces el patrón padres / hijos se repite? Es importante entender que ellos hacen lo que ven. Por tanto: escucha, comunicación con transparencia y ejemplo.
PV – ¿Algo que nos hayamos dejado en el tintero?
JJT & JPR – Los adultos deberíamos tomar consciencia de que nuestros hijos son herederos del mundo que nosotros les dejamos y que creamos para ellos. De la misma manera que nosotros somos herederos de lo que dejan las generaciones que nos han precedido.
En muchas ocasiones observamos como los padres no entienden a sus hijos ni su mundo, sin ser conscientes de que su mundo es el que la generación que les precede les está ofreciendo, tanto en lo bueno (con sus avances y oportunidades) como en lo no tan bueno.
«Los adolescentes están deseosos de recibir información sobre cómo vivir e intentan conectar con modelos a seguir que los guíen hacia lo que esperan ser.»
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